Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
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La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
La anticoagulación es el tratamiento de elección para la enfermedad tromboembólica venosa. También se utiliza en los pacientes con alguna arritmia cardiaca o afección del corazón que les predispone a tener embolia sistémica (formación de un coágulo o trombo que viaja desde el corazón a cualquier vaso sanguíneo del cuerpo) o del corazón a las venas del cerebro provocando un infarto cerebral.
Los anticoagulantes son medicamentos que modifican la coagulación de la sangre para que el trombo o coágulo no se forme dentro de los vasos sanguíneos. Su principal efecto consiste en retardar el tiempo de coagulación de la sangre.
Existen diferentes tipos de anticoagulantes: inyectables u orales.
Heparinas de bajo peso molecular o no fraccionadas. Se debe instaurar a dosis terapéutica en cuanto existe sospecha de trombosis, incluso antes de confirmar el diagnóstico, o como profilaxis (prevención), a dosis profilácticas, cuando la persona tenga uno o varios factores de riesgo que podrían desencadenar un tromboembolismo venoso (como por ejemplo una cirugía de reemplazo de cadera o rodilla). Se administran a dosis fijas, según el peso del paciente y el tipo de trombosis a tratar o factor de riesgo a controlar.
Se utilizan como terapia de mantenimiento cuando la anticoagulación oral está contraindicada (ej. embarazo) o ha sido ineficaz.
Se utilizan como tratamiento de mantenimiento (uso más prolongado) y se administran ante la confirmación del diagnóstico de la trombosis venosa profunda o embolismo pulmonar. Existen dos tipos de anticoagulantes orales: antivitamina k y de acción directa.
El control del tratamiento anticoagulante se realiza con analíticas de sangre o determinaciones en sangre capilar (realizando un pinchazo en el dedo del paciente) . El seguimiento de los pacientes anticoagulados lo realizan los especialistas en Hematología y Hemoterapia.
El trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH) es el tratamiento definitivo de muchas inmunodeficiencias primarias(IDP) graves. Es un recambio completo de las células de la sangre de nuestro cuerpo. También se le llama trasplante de médula ósea (TMO).
El objetivo de este tratamiento es regenerar una hematopoyesis (proceso de formación, maduración y paso a la sangre de los diferentes tipos de células sanguíneas a partir de células madre) que ha sido eliminada por la administración al paciente de fármacos o radiaciones ionizantes, así como implantar al paciente el sistema inmunológico del donante, que tendrá capacidad de reconocer y atacar las células malignas del paciente.
Por eso, se cambian las células madre de la médula ósea (fábrica de las defensas) por las de otra persona sana (donante). Para ello, se necesita ingresar en el hospital durante uno a tres meses habitualmente.
1.er paso:
2.º paso:
3.er paso:
La donación de médula ósea tiene unas características diferentes de la donación de sangre convencional ya que interesa obtener las células madre (precursores hematopoyéticos) que dan lugar a los diferentes tipos de células existentes en la sangre circulante, y que permitirán repoblar la médula ósea de la persona receptora.
La donación de precursores hematopoyéticos se puede llevar a cabo de dos maneras:
La diálisis peritoneal es junto con la hemodiálisis, un procedimiento de depuración extrarrenal. La insuficiencia renal se trata con diálisis, palabra que quiere decir "paso a través". En este procedimiento, para depurar la sangre se utiliza como filtro el peritoneo del paciente. El peritoneo es la membrana que reviste el interior de la cavidad abdominal, y posee una gran superficie, de un metro cuadrado aproximadamente. Esta membrana peritoneal puede intercambiar las sustancias a eliminar (urea, potasio, fósforo y muchas otras) si sellena de un líquido de diálisis rico en glucosa, para favorecer el intercambio con la sangre de la persona tratada.
El procedimiento es el siguiente: hay que practicar la inserción de un catéter en torno al ombligo para la infusión del líquido de diálisis. Este líquido se deja durante un tiempo en la cavidad peritoneal y se intercambia por uno nuevo, en forma de pases sucesivos.
La diálisis peritoneal se puede realizar en el domicilio del paciente y también por la noche, de forma que se consigue una preservación importante de la calidad de vida del paciente.
Las posibles complicaciones de la diálisis peritoneal son las peritonitis o infección del líquido de diálisis, lo que comporta infección e inflamación del peritoneo. El tratamiento antibiótico soluciona esta complicación.
La diálisis peritoneal se considera generalmente un paso intermedio entre la insuficiencia renal avanzada y el trasplante renal.
La hemodiálisis es un procedimiento de depuración extrarrenal, es decir, es un método para suplir la función del riñón gracias a un aparato externo. Actúa como un filtro por el que pasa la sangre del paciente, gracias a una conexión con su circulación sanguínea por medio de un catéter o de una punción directa en una vena, generalmente del brazo. O se crea una fístula arteriovenosa uniendo una arteria y una vena bajo la piel del brazo. Cuando se unen la arteria y la vena, la presión dentro de la vena aumenta, fortaleciendo las paredes de la vena. La vena fortalecida está entonces en condiciones de recibir las agujas utilizadas en la hemodiálisis, de modo que se consigue un mayor flujo.
Las personas con insuficiencia renal que entran en un programa de hemodiálisis tienen una función inferior al 10% de la función normal. Con cifras superiores de función, generalmente no es necesaria la hemodiálisis.
Hay que practicar la hemodiálisis de forma periódica, en sesiones de unas cuatro horas y generalmente tres veces por semana, aunque la duración y la frecuencia dependen de cada paciente y de cada circunstancia.
El fundamento de la hemodiálisis es biofísico, en el sentido de que cuando la sangre pasa por un filtro, intercambia sustancias con el líquido que hay presente al otro lado del filtro y que es movido en circulación por una máquina. Para el intercambio, la sangre se libera de la urea, del potasio, del fósforo, y de diferentes sustancias que se acumulan debido al déficit del funcionamiento renal. El paso de dichas sustancias a través de la membrana se produce de forma espontánea, debido a que existen diferentes concentraciones de las diversas sustancias y la tendencia física es a igualarse, y también por medio de cambios en la presión que ejerce la máquina de hemodiálisis.
Las posibles complicaciones de la hemodiálisis son la infección del catéter o el agotamiento de los accesos vasculares en pacientes que están con hemodiálisis durante mucho tiempo.
Aunque la hemodiálisis puede durar años, generalmente es un paso intermedio entre la insuficiencia renal y el trasplante.
El trasplante renal es el mejor tratamiento de la insuficiencia renal crónica y mejora sustancialmente la calidad de vida de los pacientes con fallo de la función renal y que tendrían que recibir hemodiálisis o diálisis peritoneal. Actualmente es un procedimiento rutinario, no exento de riesgos, pero que permite alcanzar una vida normal o prácticamente normal. El proceso de implantación consiste en una cirugía de conexión de la arteria y la vena renal y también del uréter del riñón trasplantado a la vejiga del receptor. Después de unas horas en el Servicio de Cuidados Intensivos para su mejor control, el paciente pasa en la sala de Nefrología, donde estará ingresado unos días antes de restablecer progresivamente su vida normal.
Es muy importante considerar que la persona que recibe un trasplante de riñón tiene que tomar medicación durante toda su vida a fin de que no se produzca rechazo del órgano trasplantado. También es necesario realizar visitas periódicas para controlar la función del riñón trasplantado y para monitorizar en sangre los niveles de los fármacos empleados para el control del rechazo. Los fármacos que se utilizan disminuyen en parte las defensas del organismo y favorecen la aparición de infecciones oportunistas y de enfermedades neoplásicas. Por tanto, es imprescindible llevar un estricto control para valorar el grado de inmunosupresión que conviene en cada momento. En diferentes fases de la evolución del trasplante renal puede ser necesaria la práctica de una biopsia renal con objeto de conocer el estado real del injerto, porque las analíticas en sangre dan siempre una indicación indirecta. La supervivencia del paciente trasplantado renal se puede llegar a equiparar a la de la población general, pero para ello hay que tener en cuenta los factores mencionados además de cuidar la salud cardiovascular, es decir, el peso, la glucemia y los lípidos en sangre, junto con la tensión arterial
La práctica del trasplante renal supone una preparación esmerada una vez el paciente está diagnosticado de insuficiencia renal. Es necesario un donante del riñón, que puede ser de una persona viva o también un riñón procedente de un cadáver. En ambos casos el resultado es muy bueno y la elección de un trasplante u otro depende de circunstancias personales en cada paciente. Por ejemplo, se escogerá un riñón de donante vivo si hay un voluntario que haga la donación y si las pruebas de compatibilidad que se realizan antes del trasplante lo permiten. Si no hay donante, se recurrirá a una donación de cadáver, siempre que las pruebas de compatibilidad sean favorables.
Las pruebas diagnósticas relacionadas con el trasplante renal comprenden el estudio que se lleva a cabo antes de su práctica. Incluyen estudios generales del estado del paciente receptor con el objetivo de que pueda superar la cirugía sin problemas, así como pruebas inmunológicas para minimizar el riesgo de un rechazo.
Las pruebas de preparación para el trasplante comprenden estudios de imagen (ECO, TAC) para determinar la mejor zona de implantación, las pruebas de compatibilidad, y finalmente las pruebas de seguimiento (ecografías y analíticas de control).
Para asegurar el éxito del trasplante, es decir, una buena función inicial y que se prolongue a lo largo del tiempo:
En Cataluña se practican más de 500 trasplantes de riñón cada año, con muy buena supervivencia del riñón trasplantado, que es no obstante variable y que no permite hacer una predicción en cada caso individual. A medida que el conocimiento y la tecnología avanzan, es posible un seguimiento y un control cada vez más preciso del riñón trasplantado para prolongar su duración.
La biotecnología y la investigación traslacional (que pone en red diferentes especialidades biomédicas) pueden ofrecer avances importantes en los próximos años. De todos modos, actualmente el éxito del trasplante renal se basa en gran parte en el cumplimiento exacto de la medicación contra el rechazo.
Aunque no existe todavía un tratamiento capaz de curar el síndrome de la fatiga crónica, se puede hacer un abordaje terapéutico multidisciplinar para ayudar a los pacientes a mejorar su calidad de vida. El objetivo es reducir los síntomas de la enfermedad y los problemas crónicos asociados con el fin de poder superar las posibles limitaciones en las actividades de la vida diaria.
El abordaje terapéutico multidisciplinar del enfermo con SFC se tendría que basar en cuatro pilares básicos:
El tratamiento de la insuficiencia renal tiene cuatro pilares fundamentales.
Los controles de la tensión arterial si es alta, de las cifras de urea elevadas, del desequilibrio de sales minerales (sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio), de la acidosis y de la anemia. Las pruebas analíticas dan mucha información para caracterizar el origen y el grado de gravedad de la enfermedad renal.
La biopsia renal permite realizar un estudio microscópico que muchas veces es imprescindible. Las pruebas genéticas ofrecen también información muy relevante.
Hay tres niveles diferentes de tratamiento:
a) el médico, con la utilización de medicamentos u hormonas para suplir dichas funciones alteradas. Una dieta que genere poca urea o que contenga poco potasio, fármacos que controlan el exceso o defecto de sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio, o la presencia de acidosis. Y fármacos para tratar la anemia.
b) las medidas de depuración extrarrenal: la hemodiálisis (paso de la sangre por un circuito externo que realiza la depuración de las sustancias tóxicas por medio de un filtro adecuado), y la diálisis peritoneal en la que se instila una solución en la cavidad peritoneal del paciente, y al extraerla, se secuestran las sustancias tóxicas que normalmente aparecerían en la orina.
c) el trasplante renal, de donante vivo o de donación cadavérica. En este caso el nuevo riñón suple la función de los riñones enfermos. La duración del injerto renal es variable y depende del control de los episodios de rechazo que se pueden producir, una vez efectuado el trasplante. Un paciente joven con insuficiencia renal puede necesitar más de un trasplante renal a lo largo de su vida, aunque la vida útil de los injertos mejora día a día con la aparición de nuevos fármacos inmunosupresores.
El tratamiento con el fármaco levodopa permite recuperar muchas de las funciones deterioradas o perdidas a causa de la enfermedad. Es el más eficaz, pero a la vez es un tratamiento que necesita mejoras ya que al avanzar la enfermedad su efecto se hace transitorio y fluctúa. Cuando actúa la medicación el paciente se encuentra bien en "On". Y cuando se le acaba el efecto se encuentra en "Off" y los síntomas reaparecen.
Para mejorar los efectos del levodopa se ha administrado por vías diferentes (inhalada, dérmica, intrajejunal) y en diversas formas farmacológicas . Ha sido especialmente exitosa la administración a través de gastrostomía en una infusión de gel de levodopa. Existen otros tratamientos farmacológicos y neuroquirúrgicos, como la estimulación eléctrica de partes del cerebro, que ofrecen buenos resultados. Se está trabajando la posibilidad de incidir en el cerebro enfermo, a través de estereotaxia con ultrasonidos, ahorrando la trepanación y cirugía.
Se han abierto nuevas vías de investigación en la enfermedad de Parkinson para averiguar la causa, evitar la progresión y mejorar al máximo sus síntomas.
La mayor parte de los accidentes cerebrovasculares se producen cuando los coágulos pasan a través de un vaso sanguíneo cerebral o bloquean el paso de la sangre en esta área, es lo que se denomina accidente cerebrovascular isquémico.
El tratamiento del accidente cerebrovascular se efectúa de varias maneras, principalmente quirúrgicas y farmacológicas.
Con respecto al tratamiento farmacológico, tiene el objetivo de disolver los coágulos que obstruyen la circulación lo antes posible gracias a la administración de unos fármacos que se denominan trombolíticos.
Los trombolíticos, si se administran durante las 3 h posteriores al inicio de los primeros síntomas, permiten limitar el daño y la discapacidad que produce un accidente cerebrovascular.
Antes de administrar este tratamiento, es necesario:
El fármaco disuelve el coágulo que obstaculiza la circulación sanguínea en la zona del cerebro afectada.
El riesgo más común es la hemorragia cerebral.
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